EL CASO DE SAN PANTALEÓN: MILAGRO? ALQUIMIA?
Pero ¿quién es nuestro protagonista? San Pantaleón fue médico del emperador Galerio Maximiano en Nicomedia. Su padre, Eustorgio, fue un médico pagano, como lo fuera el propio Pantaleón hasta que se convirtió al cristianismo por influencia de Eubula, su madre. Entonces se dedicó a "la curación a través de lo más alto" según extraemos de un antiguo manuscrito del siglo VI que está en el Museo Británico. Fue delatado y condenado a muerte, aunque el propio emperador Galerio intentó que su médico apostatase y salvase así su vida, lo cual el Santo no aceptó.
Según las actas de su martirio, trataron de matarle de seis maneras diferentes; con fuego, con plomo fundido, ahogándole, tirándole a las fieras, torturándole en la rueda y atravesándole una espada. Finalmente, permitió libremente que lo decapitaran y de sus venas salió leche en vez de sangre y el árbol de olivo donde ocurrió el hecho floreció al instante. Moría así, según la Iglesia, Pantaleón a los 29 años de edad.
“Su señoría señor juez declara y confiesa haberla visto líquida y fluida dicho día de San Pantaleón, veintisiete de julio, y después de su festividad condensada y dura, todo repetidas veces en el tiempo de diez años. Y conformándose con el parecer de los expresados teólogos, canonistas y médicos lo tienen y veneran por prodigio y maravilla, alabando a dios Nuestro Señor por las obras sus santos”.
Cabe destacar que desde el plano científico muchos han sido quienes han tratado de hallar una explicación razonable.
Uno de los primeros, Jordán Peña, recurrió al Gran Diccionario Universal Pierce Laurosse, que ya en el siglo XIX, exponía una posible solución al enigma mostrando los elementos necesarios para reproducir el fenómeno. Así estableció que “la mezcla se mantenía sólida mientras la temperatura del salón no excediera de 21 grados centígrados. Tan pronto el ambiente se caldeaba, por ejemplo apretando el tubo de ensayo entre los dedos, la sangre pasaba del estado sólido al pastoso para luego convertirse en líquida”. Por desgracia, aunque Peña logró reunir a a un grupo de especialistas como Juan Eslava Girauta, director del departamento de Neumología del Hospital Puerta del Hierro; José María Cebreiro, licenciado en Ciencias Químicas; Eduardo Torroja, miembro del Instituto de Investigaciones Científicas y Ramos Perera, presidente de la Sociedad Española de Parapsicología, no logró obtener los permisos necesarios para estudiar con profundidad la ampolla de sangre del Santo.
Cuatro años más tarde tomó el relevo el periodista y escritor José Maria Ibarrola, quien aportó nuevos datos tras realizar una entrevista en la que un sacerdote jesuita y profesor del Real Colegio Alfonso XII del Escorial, Agustín Fernández, descifraba la formula mágica para desarrollar la metamorfosis. Ambos desarrollaron los pasos que se citaba en un libro de alquimia firmado por
En el capítulo XXVII se encontraba presuntamente la solución al misterio bajo el título Aceite de Santo:
“Se toman tres libras de sangre pura y roja de hombre bien sano o de varios, entre los veinticinco y treinta años; una libra de esperma de ballena y otro tanto de médula de buey. El aceite, así destilado, crece y crece junto con la Luna. Por lo que se denomina aceite de santo”. Ibarrola y Fernández llevaron a cabo el experimento descrito por el alquimista con total rigurosidad -lo cual es más que meritorio teniendo en cuenta la naturaleza de algunos de sus ingredientes- en el año 1988, pero el desenlace no fue el esperado. “Durante tres horas –afirmó Ibarrola– estuvimos observando la pócima que cambiaba de color. Finalmente Agustín extrajo un líquido viscoso que se parecía al chocolate tanto en su color como en su olor”.
En definitiva, habemus misterio. Una vez más nos encontramos ante hechos que les parecerán a algunos claramente milagrosos y a otros, como mínimo, les suscitarán algún tipo de duda. Hablando de dudas, la mía es la siguiente: ¿por qué la Iglesia no ha concedido jamás permiso a ningún científico para analizar el venerado líquido? Doctores -entre otras muuuchas cosas- tiene la Iglesia.