domingo, 21 de octubre de 2007

FALLECE EL MAESTRO JUAN ANTONIO CEBRIÁN.

Anoche llegué a casa de una cena con los amigos dispuesto a escuchar (como hago siempre que puedo) La rosa de los vientos, el programa radiofónico de Onda Cero Radio. Ya llevaría casi una hora de emisión, pero daba igual, ya me descargaría un podcast y lo escucharía entero durante la semana.
Sin embargo, al encender la radio escuché una canción. Habrán puesto algo de música entre sección y sección, pensé. Pero luego vino otra. Empecé a extrañarme. En ese momento llega mi hermano a casa y me dice: "
Cebrián se ha muerto". Yo supongo que se ha confundido y se refiere a Juan Luis, el fundador de El País. De los dos Cebrián famosos, por edad es el mayor. "No ese no -me dice- el de la radio. Íker Jiménez está le haciendo un homenaje". No me lo puedo creer. Juan Antonio Cebrián apenas tiene 41 años y la semana pasada no daba muestras de enfermedad alguna.
Entro rápidamente en le web de Onda Cero y veo la noticia: "Fallece el periodista de Onda Cero, Juan Antonio Cebrián
". Dice que esa misma tarde le ha dado un infarto, cortando en seco una larga y exitosa carrera en las ondas (y otros medios de comunicación). Me quedo estupefacto.
A Cebrián descubrí hace 11 años, en la última temporada de Turno de noche, el programa hermano y antecesor de La rosa de los vientos. El compañero Comisario Bordelli me lo recomendó, pues él ya llevaba unos meses disfrutándolo. Era un fan declarado de El Sombrita (todavía nos martiriza con aquello de "Ola de avistamientos por el norte y por el sur! Yo he prasticado er ceso y he hecho el amó con una extraterrestre"). Por este motivo, yo no soy de esos que dicen que se han sacado la carrera oyendo a Juan Antonio Cebrián por las noches. A mí me pilló en el último año. Por eso yo sólo me saqué el último año de carrera (y dos asignaturas del anterior) escuchando a Cebrián y sus colaboradores. ¡Y participamos en la alerta OVNI que organizó Cebrián el 5 de junio de 1997! El Comisario Bordelli y un servidor nos pasamos toda la noche tumbados en la arena de la playa con la única compañía, de la radio, Cebrián y unos cubatas de ron. Naturalmente no avistamos nada, pero fue una noche inolvidable.
Al término de Turno de noche desapareció una temporadita y reapareció con La rosa..., programa con el que (en varias franjas horarias y diarias) ha venido enseñándonos Historia, cine, misterios del mundo... y sobre todo entreteniéndonos. Que es lo más importante y difícil de lograr.
En todos sus programas Juan Antonio Cebrián ha dado una gran importancia a la divulgación histórica, al misterio y al esoterismo. Por lo que podríamos decir, sin engañarnos lo más mínimo, que El blog de Hermes Trismegisto tiene su raíz más profunda en esas clases magistrales sobre extraños temas que nos ha ido enseñando junto a sus estupendos colaboradores (desde los grandes Germán de Argumosa y Fernando Jiménez del Oso, a los actuales Javier Sierra, Juan Ignacio Cuesta, Jesús Callejo, Bruno Cardeñosa, Carlos Canales...). Desenfadadamente, pero sin frivolizarlos.
Sólo resta darle las gracias por informarnos, enseñarnos de una manera amena y rigurosa (yo sé de buena tinta lo difícil que resulta eso) y, sobre todo, amenizarnos tantas noches durante tantos años. Ha nacido un mito. ¡Gracias, maestro!

http://www.rosavientospodcast.com/

http://martinexposito.onoblogs.com/
http://ojo-critico.blogspot.com/
http://www.ondacero.es/
Juan Antonio Cebrián en Wikipedia
http://www.elpais.com/
http://www.elmundo.es/
http://blogs.periodistadigital.com/
http://www.20minutos.es/
http://www.antena3.com/

domingo, 14 de octubre de 2007

EL CUADRADO MÁGICO Y LA MONTAÑA MÁGICA

Cuando una obra de arte es verdaderamente grande ejerce una fascinación especial que trasciende al paso del tiempo y a los cambios sociales y culturales.

Muchas interpretaciones ha suscitado el conocido grabado
Melancolia I de Alberto Durero (aquí encontrarán una interesantísima síntesis de las más importantes... ). Y el caso es que, con el paso de los siglos, se siguen estableciendo, activados por la propia obra de arte, riquísimos y siempre nuevos diálogos entre sensibilidades a eones de distancia entre sí.



Es el caso, revelador, de la relación que al parecer tenía el escritor
Thomas Mann con uno de los numerosos símbolos que aparecen en el grabado de Durero: el cuadrado mágico o cuadrado de Júpiter.



Se lo apropió proyectando un sentido mágico-existencial sobre él. Atentos a este fragmento de un artículo de Sealtiel Alatriste con motivo del cincuenta aniversario de la muerte de Mann:


'Recuerda entonces un detalle nimio de la novela con la que quiso cerrar su vida. Sobre un piano alquilado Adrian Leverkühn ha colgado un cuadrado de cuatro columnas y cuatro líneas, que tiene un número diferente en cada casilla. Era el cuadrado mágico que aparece sobre la cabeza del misterioso ángel de la Melancolía I de Durero. ¿Puede todavía evocar el momento en que escribió ese fragmento? Cómo va a olvidarlo, apenas se le ocurrió la escena hizo que el narrador dijera que la magia —o la curiosidad (de ese cuadrado)— reside en el hecho de que, súmense esas cifras como se quiera, de arriba a abajo, de derecha a izquierda o diagonalmente, se obtiene el mismo total de treinta y cuatro.

No lo aclaró, pero esa cifra a su vez sumaba siete, el número cabalístico que él imaginaba que conectaba subterráneamente toda su vida. Sus dos grandes novelas, para no ir más lejos, pues si del número siete pendía el destino de su Doktor Faustus, señalaba al propio tiempo los siete días de una semana que (había declarado en sus intenciones) no serían suficientes para escribir la historia de Hans Castorp, los siete meses que tampoco le alcanzarían para terminarla, los siete años incluso que, ¡Dios mío!, tampoco serían suficientes para abarcar el mundo de La montaña mágica. El siete daba razón de los setenta años de nuestra edad, era el siete veces siete de sus setenta y siete años, una cábala contra el eterno dominio de los anillos de Saturno.

Alguien lo habría notado, pero al igual que en el grabado de Durero, aquel cuadrado aritmético quería convertirse en un talismán, en un objeto mágico que protegiera a su héroe del poder maléfico de la melancolía. Era una invocación de Júpiter. Aunque Thomas Mann sospechaba que todos esos antídotos eran un débil expediente frente al destino real de la persona melancólica —como Adrian Leverkühn, como él mismo— pues ésta se entrega, abnegada e incondicional, a la voluntad del Mago Negro, que de esta manera se convierte en la principal y casi única opción para el intelectual, el sabio, el artista.'

Visto en:
http://settembrini.blogia.com/2007/012001-los-anillos-de-saturno-o-el-siete-de-mann.php

Sobre las interpretaciones del grabado Melancolia I de Durero:
http://arssecreta.wordpress.com/2007/07/02/melancolia-i-de-durero/



sábado, 13 de octubre de 2007

700º ANIVERSARIO DE LA DETENCIÓN DE LOS TEMPLARIOS.

Hoy 13 de octubre de 2007 se cumplen 700 años de la detención de Jacques de Molay, Gran Maestre de la Orden del Temple, y otros 140 caballeros por orden del rey de Francia Felipe IV el Hermoso, que contaba con la aprobación del papa Clemente V. Los caballeros fueron sorprendidos y arrestados cuando regresaban de los funerales de la condesa de Valois, cuñada del monarca galo.
De Molay, tras pasar casi siete años en prisión, finalmente sería quemado en la hoguera el 18 de marzo de 1314 (¿antecedente de las Fallas de Valencia?).
Los sucesos acaecidos hace 700 años ocurrieron en viernes día 13, dando origen a la mala
fama que actualmente tiene la combinación de ambos factores. Sin embargo, paradójicamente, la detención masiva de los templarios sólo ocurrió en viernes 13 en Francia, pues en el resto de Estados europeos fue en fechas muy diversas, por no mencionar que, además, la fecha aciaga también difiere de un país a otro. En España, por ejemplo, es el martes y 13 o el viernes 17 en Italia. Como curiosidad y ya para finalizar, sólo me resta comentar que el miedo a los viernes 13 se conoce como paraskavedekatriafobia o friggatriscaidecafobia, siendo una forma especializada de triscaidecafobia o fobia al número 13.

LOS YOKAI (III): EL NURARIHYON.

Después de un ser malvado (aunque recientemente reciclado como el bueno de la película) como es el kappa, pasamos a otro yokai más amistoso. En esta ocasión se trata del nurarihyon, considerado como el jefe de los yokais.
El nurarihyon es un ser apacible y confiado que entra sigilosamente en las casas mientras sus dueños duermen y pasa toda la noche bebiendo té y fumando el tabaco de los propietarios. Por su talante pacífico y refinado, el nurarihyon es aceptado por los humanos, que no ven en él a un monstruo peligroso, sino tan sólo a un visitante nocturno que simplemente se aprovecha un poco de sus existencias de tabaco e infusiones. Es más, tan aceptada es su presencia que se asume que él es el amo de la casa.
Para finalizar, sólo mencionar que nurarihyon es el objetivo de una de las misiones que los protagonistas deben superar en la serie manga (y animé) Gantz, aunque en ella se afirme que es un ser malo y agresivo (una pequeña licencia del autor, supongo).

TURNER - EL ÁNGEL QUE ESTÁ DELANTE DEL SOL

Siguiendo con los comentarios de las obras que forman el quiz, le toca el turno a El Ángel que está en el Sol, de Joseph Mallord William Turner.

La obra, de 1846, pertenece a la última etapa del pintor y forma pareja con Ondina da el Anillo a Masaniello, pescador de Nápoles.

Estas dos pinturas pertenecerían a una serie más amplia que se completaría con El Amanecer de la Cristiandad y, posiblemente, con otra obra sin identificar.

Aunque el significado de El Ángel… sigue aún hoy día siendo fuente de controversias, la interpretación aceptada mayoritariamente indica que la figura que protagoniza el cuadro es la del Ángel del Apocalipsis, el Arcángel San Miguel, espada en mano. El Sol frente al cual está es Jesucristo, el Sol de Justicia. En los márgenes del lienzo, como a punto de ser succionados por la poderosa fuerza centrípeta-gestáltica del grupo central Cristo/Juez/Sol/Ángel, se encuentran una serie de figuras que vienen a poner el acento dramático en la maldad que asola el mundo histórico antes del Juicio Final. En la parte izquierda Adán y Eva descubren el cadáver de su hijo Abel y en la derecha Judith levanta la cabeza recién cortada del general Holofernes.

Y los pájaros… hay al parecer una venganza encubierta sobre los críticos que tan mal estaban tratando la obra del maestro en aquel entonces: Turner presentó la pintura describiéndola como el festín de los buitres cuando finaliza el día (“the feast of vultures when the day is done”).

Comparando esta obra con el resto de las que forman la serie se aprecia un protagonismo claro de la luz; pero no de una luz ambiental, indeterminada; al contrario, diríase que la luz ha tomado cuerpo en estas pinturas y se ha convertido en pura voluntad: voluntad de sí misma, apetito de creación y de destrucción, causa y consecuencia de todo lo visible y, por tanto, de todo lo existente.

Este protagonismo casi absoluto de la luz, este mismo enfoque místico y simbólico podemos apreciarlo en otras obras de esta etapa de su vida; por ejemplo, en La mañana después del Diluvio (que podría también formar parte de la serie de la que nos estamos ocupando…)

En la raíz de este enfoque radical se encuentra la concepción que de la Naturaleza tenía Turner; como la mayoría de románticos, pensaba que la fractura existente entre el Hombre y la Naturaleza era consecuencia directa del Pecado Original y causa de nuestro deambular sin rumbo, de nuestra quiebra de Sentido; por tanto, su objetivo era la aproximación a la Creación o, lo que es lo mismo, a la Naturaleza, para paliar en la medida de lo posible esa separación y otorgar de nuevo sentido a la vida como búsqueda de la Gracia.

La luz es, precisamente, el elemento de la Naturaleza que Turner, en su calidad de pintor, elige como catalizador de esa búsqueda. Más concretamente la luz blanca por ser el compendio de todos los colores (como bien sabía el artista como lector y buen conocedor de los experimentos ópticos de Newton y Goethe). Precisamente, el título completo de La mañana después del Diluvio es Luz y Color, Teoría de Goethe - La mañana después del Diluvio... contemplando de nuevo la pintura se da uno cuenta de hasta qué punto es adecuado el título y de la importancia tremenda que Turner concedía a la teoría del color del alemán en su obra.

Ondina da el Anillo a Masaniello, pescador de Nápoles, el cuadro que forma pareja con El Ángel…, ilustra una historia alemana de Friedrich Heinrich Kart; Ondina es un espíritu del mar que fue creado sin alma; para conseguirla debe desposarse con un humano (… escoge a Masaniello, el líder de la sublevación de los "malcontenti", cruelmente sofocada por Juan José de Austria, en el Nápoles del s.XVII). Sin embargo, cargará a cambio con los problemas y las culpas de la humanidad. El paralelismo con Jesucristo es evidente.

Teniendo en cuenta que la otra obra perteneciente a la serie (… a falta de identificar la que la completa) es El Amanecer de la Cristiandad (serie por su unidad temática, ya que esta última pintura es unos años anterior, de 1841), estamos ante una secuencia de pinturas que conforma un pequeño ciclo dedicado al Juicio final, la redención de los pecados y la salvación del alma.

En El Amanecer de la Cristiandad los signos son más evidentes y la lectura se hace más sencilla. Es una variación de La huida a Egipto. La estrella que irradia una luz blanca casi sobrenatural en el extremo superior derecho del lienzo es la Estrella de la mañana; Estrella de la mañana es la Virgen María para un sinfín de autores desde el Nuevo Testamento hasta San Simon Stock, pasando por San Bernardo de Claraval o San Francisco de Asís. La imagen hace referencia a la maternidad de la Virgen, ya que la Estrella de la Mañana es la que precede a la salida del Sol, el Sol de Justicia, es decir, Jesucristo. Pero no es el único significado que contiene la imagen de la estrella: en sucesivos estratos interpretativos, la podemos identificar con la estrella que condujo a los magos a Belén.

Vemos cómo la luz de esta estrella ilumina a la Virgen y el Niño filtrando su luz a través de las ramas de una palmera. La palmera es un símbolo de Inmortalidad, con lo que se está haciendo referencia a la pasión, muerte y posterior resurrección de Jesucristo; pero sus palmas también son un símbolo de Victoria, del Triunfo de Jesucristo en la tierra (… recordemos que con palmas se recibió a Jesús en la entrada a Jerusalén). Y, cómo no, la imagen de la palmera se utiliza ya desde el Cantar de los Cantares para referirse a la belleza mística de la Virgen (Esbelto es tu talle como la palmera / y son tus senos los racimos…).

En el agua del río que están cruzando se reconoce claramente una serpiente removiéndose: posiblemente una alusión a las tentaciones que acosarán al Jesús adulto. El puente aparece en calidad de metáfora del paso del mundo pagano al mundo convertido a la Fe de Cristo. La naturaleza pagana del paisaje que están atravesando se explicita mediante citas que responden plenamente al gusto arqueologizante que Turner había venido desarrollando desde el principio de su carrera: el puente está sostenido por capiteles claramente egipcios, el edificio que a duras penas se percibe en el lechoso fondo de lejanía parece la sala hipóstila de algún templo egipcio y, desde luego, no cabe ninguna duda del origen egipcio de las esculturas que figuran en el primer plano.

Hay en todo ello ecos de Milton, poeta conocido y admirado por Turner, quien años antes había ilustrado sus Poetical Works, donde aparecía el poema Oda en la mañana de la Natividad de Cristo (1629); este poema no fue ilustrado en su momento por Turner, pero parece que años más tarde formó parte importante de la inspiración del artista en El amanecer de la Cristiandad. Al representar las ruinas paganas de Egipto, con sus olvidadas estatuas de dioses primitivos, a buen seguro Turner tenía bien presentes estos fragmentos del poema de Milton:


XXIII

And sullen Moloch fled,
Hath left in shadows dred.
His burning Idol all of blackest hue,
In vain with Cymbals ring,
They call the grisly king,
In dismall dance about the furnace blue;
The brutish
gods of Nile as fast,
Isis and Orus, and the Dog Anubis hast.

XXIV

Nor is Osiris seen
In Memphian Grove, or Green,
Trampling the unshowr'd Grasse with lowings loud:
Nor can he be at rest
Within his sacred chest,
Naught but profoundest Hell can be his shroud:
In vain with Timbrel'd Anthems dark
The sable-stoled Sorcerers bear
his worshipt Ark.


Hay un tema que parece atravesar transversalmente todos los niveles de significado: la Encarnación entendida como promesa de inmortalidad desplegada en forma cíclica a través de la Naturaleza: nuestra alma humana es Eterna en la medida en que forma parte de una Naturaleza sublimada, pura, traspasada por la Gracia.

En cualquier caso, mi consejo es que más allá de exégesis literarias, disfruten del Turner pintor con mayúsculas, profeta sin saberlo de la modernidad, dejándose llevar simplemente por el apetito de los sentidos, como mejor se degusta su arte.

viernes, 12 de octubre de 2007

LOS YOKAI (II): EL KAPPA.

Como dije en el primer post sobre los yokais, iré presentando poco a poco a los más conocidos de entre estos diablos japoneses. En primer lugar, conoceremos a uno de los más populares: el kappa (también conocido como gataro, kawako y kawataro). Aunque se trata de un bakemono o fantasma, también se le considera un animal criptozoológico, pues, al igual que con el yeti (por citar un ejemplo), no son pocas las veces que se ha afirmado que alguien ha divisado (o incluso atrapado) un kappa.

Dibujo del kappa presuntamente capturado en Chiba, cerca de Tokio (1801).

Los kappa viven en los ríos, lagos y pantanos de Japón y tienen el aspecto de humanoides del tamaño de un niño, cuyo cuerpo presenta rasgos de rana (ventosas con las que se desliza), pato (tiene pico) y tortuga (caparazón en la espalda). Su hábitat natural, como ya hemos dicho, son las aguas dulces japonesas, en las que utilizan sus extremidades con forma de aleta para nadar a gran velocidad.

Sin embargo, físicamente, lo más interesante de los kappas es que en lo alto de la cabeza tienen una cavidad parecida a un plato. Esta oquedad está llena de agua y es la que, al parecer, le proporciona sus poderes sobrenaturales (que, por lo visto, no son pocos); por este motivo, si el líquido se derrama o evapora,

pierden sus poderes y se debilitan, llegando incluso a morir.

Nos encontramos con un yokai peligroso y agresivo, que suele ejercer de personaje malvado en los cuentos tradicionales japoneses. Las leyendas cuentan que el kappa provoca la caída de quienes navegan en los ríos y los ahoga para devorarles la carne y las entrañas; luego les saca la Shiriko-dama, una bola que se piensa esta ubicada cerca del ano y que le otorga una energía especial (en este punto, muchos especialistas han visto una clara relación con el mito vampírico). También se le atribuyen otros actos menos peligrosos y más “gamberros”, como tirarse fuertes flatulecncias y espiar a las muchachas mientras se cambian de ropa (¡picarones!). Además de carne humana (especialmente la de niño) les gusta mucho el sake, los pepinos y el sumo (hay gustos pa to, que diría El Gallo).

Malvados sí. Peligrosos, también. Pero también tienen sus cosas buenas, pues son curiosos y les gusta espiar a los humanos (especialmente a las jovencitas); entienden y pueden hablar japonés, lo que les permite, en ocasiones, relacionarse con humanos (siempre que puedan obtener beneficios). Además, pese a ser fantasmas, los kappa respetan el código de conducta nipón y son extremadamente educados. Esta cortesía supone una ventaja para los humanos, pues proporciona un sencillo sistema para escapar de sus garras: si se le hace una reverencia, él estará obligado a devolverla, con lo que se le caerá el agua de su calva y perderá temporalmente sus poderes.

Sin embargo, pese a que la mitología nos dice que se trata de un ser peligroso, los niños japoneses adoran a este ser, siendo muy habitual en los cómics (manga) y dibujos

animados japoneses (animé), cuentos infantiles, literatura

tradicional, películas, videojuegos... Este extraño hecho puede estar debido a que últimamente su imagen popular va cambiando, alejándose de la imagen del kappa feroz y apareciendo cada vez más

como un ser tierno y cariñoso que protege la Naturaleza de aquellos humanos que quieren destruirla.

Es decir, en los últimos años, el kappa ha pasado de bestia parda a hippy ecologista. ¡Y es que el que no se renueva es porque no quiere!

sábado, 6 de octubre de 2007

LOS YOKAI: ESOS SERES NO TAN EXTRAÑOS.

En la cultura japonesa, los fantasmas tienen una gran importancia, tanto mitológica como en la vida cotidiana. De este modo, podemos distinguir diversas tipologías de fantasmas, dentro de las cuales hallamos gran variedad de seres, cada uno con habilidades y poderes particulares. Unos buenos otros malignos. Casi podríamos afirmar que en Japón hay un fantasma para cada cosa y situación.
Todos se clasifican bajo el nombre genérico de obake o bakemono, cuya raíz es la palabra obake que deriva, a su vez, del verbo bakeru (que significa cambio o transformación). En efecto, los fantasmas japoneses son seres y cosas que mutan y se transforman, almas que han sufrido un cambio debido a alguna experiencia amarga o simplemente seres que son producto de un hechizo o actuación mágica.
Estos seres están presentes en muchos momentos de la vida de los japoneses. En la escuela, por ejemplo, durante los campamentos, los niños hacen grupos y prueban su valor en el llamado kimodameshi (“prueba de coraje”), yendo a los cementerios o lugares oscuros en la escuela. Pero no sólo ellos participan en este juego, pues los profesores suelen estar ocultos en el camino para dar sustos y para cuidar de su seguridad (la de sus alumnos, se entiende). También hay atracciones que se llaman Obake Yashiki (“Residencia de los fantasmas”) y allí también disfrutan del terror. Vamos, algo así como nuestros trenes de la bruja o las casas del terror.
Durante el verano, los fantasmas nipones cobran una especial relevancia, apareciendo frecuentemente en la televisión. Esto sucede por la celebración de la "Fiesta de Obon", en la cual los espíritus de los antepasados regresan a la casa.
Al principio ya he mencionado que hay varias tipologías dentro de los fantasmas japoneses. Así pues, en primer lugar tenemos a los yurei (almas en pena), los yokai (seres de apariencia monstruosa que generalmente tienen un poder en particular), los oni (ogros y demonios de la religión budista que habitan entre la tierra y el infierno) y los henge (animales que se transforman en humanos y tienen poderes sobrenaturales).
Por ahora nos olvidaremos de yureis, onis y henges (a los que espero volver dentro de un tiempo) y nos ocuparemos únicamente de los yokais, que precisamente son los más célebres en Occidente. No mucho, es verdad, pero gracias al estreno en DVD de una película, estos exóticos seres han alcanzado cierta relevancia (por lo menos dentro del mundo friki). Me estoy refiriendo a La gran guerra yokai (Yôkai daisensô, 2005), del siempre controvertido, y no obstante, interesante Takashi Miike. En este film, el original director japonés abandona su habitual repertorio de ultraviolencia, erotismo y hemoglobina para presentarnos un remake de una producción de 1968 dirigida por Yoshiyuki Kuroda, aunque en este caso enfocado hacia el público familiar y con un mensaje ecologista de fondo. De todos modos, pese a ser una película "infantil", no faltan escenas con una violencia más que manifiesta. Y es que, como diría Vujadin Boskov, "Miike es Miike".
Pero dejémonos de crítica cinematográfica y pasemos al tema que nos interesa. Los
yōkai (o youkai, que podríamos traducir como "apariciones", "espíritus" "o demonios") son una clase de criaturas generalmente más poderosas que los seres humanos, por lo que suelen actuar con arrogancia sobre los mortales. Sus valores tampoco son los nuestros, por lo que no es infrecuente el conflicto con los humanos. Y en un enfrentamiento tienen siempre las de ganar, pues suelen ser invulnerables al ataque humano, aunque pueden ser derrotados por expertos exterminadores yōkai (taijiya) y monjes budistas que cuenten con la bendición del mismísimo Buda.
Algunos yōkai simplemente evitan a los seres humanos y, de este modo, todos los problemas que ocasionan. Generalmente, habitan áreas aisladas lejos de los asentamientos humanos. Otros, sin embargo, deciden vivir cerca de los humanos conviviendo en buena armonía.
Ciertas leyendas hablan de relaciones amorosas entre yōkais y humanos, fruto de las que nacerían los han'yō (semi-demonios). La mayor parte de esas historias comienzan como historias de amor, pero a menudo acaban con tristeza, como consecuencia de los muchos obstáculos que tienen que afrontar los yōkai y los mortales en sus relaciones.
Como el número de estos seres es bastante amplio y conocerlos uno a uno alargaría este post más de lo humanamente soportable, tras aprender qué demonios es un yōkai (valga la redundancia) iremos viéndolos poco a poco y de un modo más individualizado, porque su variedad es bastante grande: unos son poco recomendables, otros gamberros, los hay con aspecto animalesco, una mujer con un cuello kilométrico (he exagerado un poco) e incluso otro que es básicamente un paraguas con patas (una en concreto).
Pero eso ya es otro post...

viernes, 5 de octubre de 2007

LASZLO, ESTÁS NOMINADO

Querido Laszlo, el Consejo Hermético Bloguero, reunido sumariamente el pasado día 30 de septiembre de 2007, ha analizado tu "fecunda" participación en el Blog de Hermes Trismegisto. Tras lo cual ha decidido en pleno nominarte y penalizarte con la expulsión si en el plazo de un mes no te manifiestas y haces algún aporte (el volumen lo dejamos a tu elección).
Por ello, desde el 1 de octubre de 2007 ha entrado en vigor, con carácter retroactivo, el cumplimiento obligatorio de la sentencia. En caso de no ser atendida correctamente, el Consejo Hermético Bloguero se verá obligado a cancelar tu permiso de colaborador en dicho blog.
Tuyo, afectuosamente, Pumaresgisto, Presidente del Consejo Hermético Bloguero.

Te advertimos, NO SUBESTIMES EL PODER DE LA FUERZA.

jueves, 4 de octubre de 2007

martes, 2 de octubre de 2007

DOS CURIOSIDADES DE "LA ESCUELA DE ATENAS"

Todo el mundo está familiarizado con esta gran obra de Rafael:

Sin embargo, hay un sinfín de peculiaridades que jalonan este fresco de lecturas curiosas. Voy a citar sólo dos ejemplos.

El primero se refiere al famoso grupo dominado por la figura de Pitágoras, en la sección inferior izquierda. Un joven discípulo está sujetándole una pizarra que contiene unos signos que podemos apreciar con relativa nitidez.

¿Pero qué son y qué representan esos trazados sobre la pizarra?

Básicamente son la representación esquemática de dos de los conceptos básicos en la filosofía pitagórica. La mitad superior de la pizarra está ocupada por el diagrama de una octava musical, es decir, lo que vemos es el esquema de una escala armónica musical. En la mitad inferior vemos la figura conocida como tetragrama o tetractis:

Según Pitágoras los números, las proporciones, son la piedra angular del cosmos, son la esencia y definen el diseño del mundo. La música de las esferas rige nuestros designios y está en contacto con nuestra alma, con cuyo sonido se relaciona de forma especial.

Éste es, simplificado, el diagrama que aparece en la parte superior de la pizarra:

Si tomamos cuatro segmentos de cuerda, de iguales características físicas pero distintas longitudes (6, 8, 9 y 12 pulgadas de largo) y las hacemos vibrar con igual tensión, el intervalo entre seis y doce, el de mayor amplitud, es una octava; entre seis y nueve y entre ocho y doce una quinta, entre seis y ocho y entre nueve y doce una cuarta; finalmente, el intervalo entre ocho y nueve es un tono (diapasón, diapente, diatessaron y tono). Es la base de la armonía occidental y un sistema de proporciones de uso universal no sólo en música, sino también en arquitectura e incluso en el terreno de las transacciones comerciales durante muchos siglos (*).

La mitad inferior de la pizarra está ocupada por el símbolo del tetractis o tetragrama, que representa la suma de los primeros cuatro números enteros: 1 + 2 + 3 + 4 = 10

El modo de representar las cifras formando un triángulo no es casual: el triángulo constituye la primera figura geométrica estable y perfecta en sí misma.

Esta secuencia era piedra clave en la filosofía de Pitágoras por la simbología que llevaba aparejada: en la cúspide del triángulo el Uno, Principio Creador y, según la posterior interpretación neoplatónica, Dios mismo; seguimos con el Dos, la Materia y el Principio Femenino; el Tres es el mundo creado por la materia, el Principio Masculino; el Cuatro es la Creación y la cifra clave que dinamiza el Cosmos y lo articula (las Cuatro Estaciones, los Cuatro Elementos, los Cuatro Humores, etc.); finalmente, la suma de todos ellos, el Diez, es símbolo de Perfección y el número que contiene a todos los demás.

El segundo motivo curioso al que quería referirme aquí (insisto, La Escuela de Atenas es un fresco prácticamente inagotable en todos los sentidos) es anecdótico, pero interesante. Esta figura situada en el margen derecho, de espaldas, junto a Zoroastro, el pintor Sodoma (quizá como Protógenes) y el autorretrato del propio Rafael como Apeles, es identificada con el geógrafo y astrónomo Claudio Ptolomeo:

Pero, ¿por qué lleva en su cabeza esa corona, qué significa?...

La respuesta es bien sencilla: parece que el artista cometió una pequeña pifia y confundió al astrónomo con un monarca de la dinastía ptolemaica.

… Si es que hasta el Divino Rafael era humano.


* Pintura y vida cotidiana en el renacimiento, Michael Baxandall, GG 2000

lunes, 1 de octubre de 2007

EL BOSCO. TRÍPTICO DEL JUICIO FINAL

Bien, no queda a estas alturas más que un solo misterio por resolver en el quiz. Mientras damos tiempo al personal para que agote sus opciones de descubrir la identidad de la última pintura, prosigo con mi idea de comentar brevemente una a una las obras del concurso; empecé con La Virgen y el Niño de Campin y ahora le toca el turno al Juicio Final de El Bosco en Viena.

Teniendo en cuenta quién es el autor del tríptico, se necesitaría un libro entero para dar cuenta de la iconografía que contiene. Procuraré no extenderme demasiado y hacer alusión sólo a ciertas cuestiones esenciales.

Para empezar, el fragmento que se mostraba en el quiz pertenecía al panel exterior derecho del tríptico, es decir, a una de las dos partes visibles del mismo cuando está cerrado; se trata de una grisalla mostrando a San Bavón, famoso por sus obras de misericordia: es por ello que se le representa rodeado de seres marginales, mendigos y tullidos, de quienes se considera protector.

Su correspondiente pareja en el lado izquierdo es un panel representando, también en grisalla, a Santiago el Mayor. Aparece el apóstol como peregrino, constituyendo el paisaje de fondo un catálogo breve de los peligros que siembran el camino (pillajes, ejecuciones, etc.). En la base de cada panel hay dos escudos vacíos.

El tríptico ha sido generalmente identificado como el que le encargó al artista Felipe el Hermoso, duque de Borgoña. La elección de los santos custodios del tríptico se explica así fácilmente: San Bavón por ser el santo más popular en los Países Bajos (patria natal del duque y futuro rey de Castilla) y Santiago, de vinculación claramente española, por el origen de su esposa Juana de Castilla.

El tríptico abierto representa la Creación de Adán y Eva con el Pecado Original, la Expulsión del Paraíso y la Caída de los Ángeles Rebeldes en el panel izquierdo,

el Juicio Final en el central...

... y el Infierno en el panel derecho.

Podríamos considerarlo como la tercera y última obra de una trilogía cuyo tema sería La Humanidad y el Pecado; las dos primeras partes de dicha trilogía serían, en orden cronológico y temático, el Jardín de las Delicias y el Carro de Heno; la secuencia se leería de la siguiente forma: Origen del Pecado en la Primigenia Edad Dorada, el Edén (… el Jardín de las Delicias), su constante presencia en el contexto humano y social de su época (Carro de Heno) y el desenlace con el exterminio del Pecado y el Premio prometido a los Virtuosos (El Juicio Final). Esta hipótesis se desmoronaría en parte si se confirman los últimos análisis dendrocronológicos que sitúan la fecha de ejecución del Carro de Heno en 1516, años más tarde, por tanto, al Juicio Final que nos ocupa, y no en 1502, como se había creído hasta ahora.

El Bosco ha estado en los últimos años en el ojo del huracán de la historia-ficción-especulación. Se ha llegado a decir de él que su pintura es la genial rebeldía de un hereje y que incluye mensajes esotéricos accesibles sólo a los iniciados en no se sabe muy bien qué tipo de sabiduría mística, primigenia y nebulosa. Se le ha relacionado con prácticas de brujería y con la secta de los adamitas y los Hermanos del Espíritu Libre, se ha vislumbrado símbolos alquímicos en su obra e incluso en uno de los paneles que se conserva en Venecia, con el tema de la Ascensión de los Benditos, se ha afirmado que el túnel luminoso que protagoniza la escena es una visión demasiado similar a la que describen sin vacilar aquellos que dicen haber regresado de la muerte.

Se ha psicoanalizado su arte y se ha dicho que sus visiones son fruto de drogas y todo tipo de sustancias psicotrópicas, en cuyo uso nuestro artista estaría versado. Se ha querido ver en ellas la plasmación de pesadillas, visiones y alucinaciones que atormentaban al autor; se las ha querido identificar como frutos maduros de un subconsciente oscuro, sádico e hiperactivo.

Sin embargo, sus composiciones tienen poco de visionarias (al menos en el sentido antes expuesto) y mucho menos de herejías. Lo cierto es que, mientras la concepción de las obras del artista flamenco y los personajes que habitan en ellas son ciertamente extraordinarios e inusuales, no ocurre lo mismo con su temática, que no tiene nada de herética, desde luego. Más bien al contrario, la denuncia del Pecado y los vicios humanos a través de un prisma antropológico, se realiza siempre conforme a la ortodoxia católica. Y las claves de sus pinturas, aunque se han ido perdiendo en el transcurso del tiempo, no son en su mayor parte tan enigmáticas como algunos pretenden: su inspiración proviene de la tradición popular en gran parte; de ahí la abundancia de detalles escatológicos y la inclusión de todos los estamentos sociales (incluida la Iglesia, por supuesto) conformando un tejido vivo y estimulante.

Generalmente, al igual que ocurre en la Divina Comedia de Dante, los condenados, que en el Panel Central del tríptico que nos ocupa cobran un protagonismo insólito en la época (no olvidemos que se trata de un Juicio Final y la Gloria de los Bienaventurados debería ocupar un lugar más destacado), sufren castigos que se corresponden con los pecados que cometieron. Así, la mujer lujuriosa, desnuda sobre una cama roja, es asediada por una extraña lagartija, un ser mitad orgánico mitad instrumento musical (la música era un equivalente de la lujuria en el acervo cultural medieval) y otros entes indescriptibles sobre el tejado del edificio de la izquierda; en la base de ese mismo edificio, el glotón está siendo obligado a ingerir el líquido que sale a chorro de un barril (la fuente de dicho líquido, de aspecto poco tranquilizador, se vislumbra e través de la ventana enrejada); los culpables del pecado de la ira están siendo torturados por una especie de seres-diablo-herreros en las extrañas construcciones-fragua del fondo; asimismo, el simbolismo de algunos instrumentos recurrentes es relativamente sencillo de descifrar, o bien lo fue por sus contemporáneos (así ocurre con el cuchillo, que alude al miembro viril, con la gaita, símbolo de lascivia o con la rana, alusiva a la crueldad, así como el sapo al demonio, etc.).

Quizá una de las aportaciones clave de El Bosco al imaginario universal es la invención de esa miríada de inquietantes seres híbridos que pueblan las escenas de sus pinturas. Seres mitad humanos mitad animales o mitad orgánicos y mitad inorgánicos que nos atraen por su novedad tanto como nos repugnan precisamente por ese carácter metamórfico y ese mundo monstruoso del que provienen que, aunque irreal, se convierte en una terrorífica posibilidad a través de su arte. Es una especie de teratología basada en la combinatoria, pero diseñada no al azar, sino con claros propósitos metafóricos. El hilemorfismo aristotélico y el arraigo de los monstruos en la cultura popular de la edad media están en el origen de este tipo de invenciones.

Pero también en esto se ciñe a la ortodoxia, ya que lo que hace es plasmar de forma efectiva el ejemplo moral del espejo. Efectivamente, aquello que resta de humano en estos seres indescriptibles consigue que nos veamos reflejados en ellos como en una caricatura que nos muestra nuestra parte mezquina, irracional, nuestra naturaleza más brutal, nuestra alma distorsionada. Tomas de Kempis, en su Imitación de Cristo, libro que gozó en aquella época de inmensa fama, propone a Cristo como espejo en el que mirarse para alcanzar la salvación. Estos monstruos híbridos son el reverso fascinante de ese modelo.

También se ha señalado el posible, lejano antecedente de estos monstruosos seres en las invenciones caricaturescas del pintor helenístico Antifilo de Naucratis (el calumniador de Apeles).

Además, hay que señalar la original y consciente voluntad de estilo que sin duda demuestra El Bosco en su carrera al invertir los términos en los que aparecen tradicionalmente los seres monstruosos, habitualmente en los márgenes de manuscritos y mapas, convirtiéndolos en protagonistas absolutos y centrales de su obra. El resultado, impactante sin duda para sus contemporáneos, le aseguraría una clientela de prestigio.

Sin embargo, a pesar de todo lo dicho, El Bosco ha estimulado la imaginación de muchos escritores a lo largo de la historia con resultados, en ocasiones, demasiado fantásticos. Como ejemplo, menciones a su obra en varios tratados sobre ocultismo y magia negra, como el dedicado por Grillot de Givry a la Brujería, la Magia y la Alquimia, en el que se describe el panel central de nuestro tríptico como un aquelarre multitudinario, complementándolo con una interpretación alquimica…