TODO LO QUE SIEMPRE QUISO SABER SOBRE LOS MASONES Y NUNCA SE ATREVIÓ A PREGUNTAR (I)
Déjense de Carlos Dávilas y Césares Vidales de pacotilla, déjense de pseudoliteratura si verdaderamente aspiran a conocer los entresijos de la masonería. Aquí va mi primer fragmento selecto de la serie; pertenece a un libro que a buen seguro conocen: Lo mejor que le puede pasar a un cruasán, de Pablo Tusset; impagable testimonio de un cuasi-iniciado:
“…Tío Felipe —el bigotillo «Todo por la patria»— estaba a mitad de un recuento de las maldades conspiratorias de la francmasonería, tópico que aborda siempre que puede a fin de amargarle la noche a SP. Ocurre que mi Señor Padre siempre ha tenido tendencia a expiar la opulencia a través de la filantropía, de tal modo que ha terminado por llegar a Venerable Maestro de una de las principales logias del rito escocés. Mi Estupendo Hermano es Arquitecto Revisor del Templo —pero lo suyo es un caso claro de nepotismo—, y supongo que yo sería al menos Portaestandarte de no ser porque a SP se le ocurrió llevarme a una Tenida Blanca al cumplir los dieciocho y me dio la risa en plena apertura. Sé que no fue de muy buena educación por mi parte, pero en cuanto oí a mi Señor Padre, mallete en mano, decir aquello de «¡Que la Sabiduría presida la construcción de nuestro Templo!», no pude evitarlo y se me escapó un «¡Y que la Fuerza te acompañe!» que oyó todo el mundo. El caso es que tampoco erré por mucho, porque lo que contestó el Primer Vigilante en cuanto los profanos terminaron de reírse fue exactamente «¡Que la fuerza lo sostenga!», con lo que, además de provocar un nuevo alud de carcajadas, terminó de convencerme de que George Lucas debía de ser medio masón, o por lo menos simpatizante. Desde entonces SP me prohibió acercarme a menos de cien metros de la logia y se terminó mi iniciación. Tanto da: ni siquiera te dan una espada de luz, todo lo que ha conseguido SP en treinta años de dedicación abnegada es una escuadra dorada que ni siquiera es de oro.”