jueves, 28 de junio de 2007

TU PROPIA CARTA ASTRAL.

Después de la carta astral de Jesús, si queréis experimentar en vuestras propias carnes el indecible poder que sobre nuestros destinos ejercen los astros y estremeceros ante la inabarcable sabiduría de algunos elegidos dejad los sudokus y conoced qué os tenían reservado los arcanos en el instante de vuestro natalicio.
No olvidéis hacer también la de vuestras familias y amigos, que es gratis, y para que experimentéis os adjunto los datos del nacimiento de algunos personajes famosos:

• Federico Jiménez Losantos, 15 de septiembre de 1951, en España.
• Friedrich Wilhelm Nietzsche, 15 de octubre de 1844, en Alemania.
• Mao Zedong, 26 de noviembre de 1893, en China.

Haz tu carta astral.

sábado, 23 de junio de 2007

"EL DIVINO" Y OCASIONALMENTE "HERÉTICO" MORALES.

Cuando se hace un repaso por las obras pictóricas del siglo XVI español se hace difícil pensar en la existencia de pinturas con contenido simbólico-esotérico, sensación que se ve acentuada si establecemos comparaciones con Italia, o siquiera con Francia. Pero lo cierto es que aunque prácticamente la totalidad del corpus artístico español de aquella época constituye iconográficamente un despliegue representativo de símbolos católicos alejado conscientemente de cualquier tipo de ambigüedad expresiva y de oscurantismo en el significado, no es menos cierto que existen excepciones y éstas son francamente interesantes.

Así, por su exotismo, me gustaría comentar brevemente un cuadro de Luís de Morales la Hispanic Society de Nueva York. Morales fue apodado conservado actualmente en “El Divino” precisamente por la forma extraordinaria en que describía los arrebatos místicos de los personajes de sus pinturas. Plásticamente, sus recursos expresivos participaban tanto del manierismo italiano como de la pintura flamenca. Su arte acostumbra a ser austero, lo cual acentúa aún más el carácter místico de sus composiciones (en este sentido, se suele establecer el parangón entre nuestro pintor y los poetas místicos al estilo de fray Luís de Granada o san Juan de Ávila).

Por ello resulta más extraño que sea un autor como éste el que nos brinde una pintura como esta Sagrada Familia:

Luís de Morales: Sagrada Familia (1562-69), Hispanic Society, Nueva York.

Lo inusual de esta obra es la aparición en ella de algunos símbolos que aluden a personajes condenados por herejía por la Iglesia Católica. La tabla data de la década de los sesenta del siglo XVI, siendo Juan de Ribera obispo de Badajoz, la ciudad en la que Morales tenía establecido su prolífico taller. El carácter culto y la idiosincrasia de Ribera invitan a pensar que fue él en persona quien sugirió la inclusión en la pintura de dichos símbolos; sobre ellos llama la atención Jonathan Brown en su magnífica obra La Edad de Oro de la pintura en España. Veamos en qué consisten:

Las figuras del primer plano sí son representativas de una iconografía tradicional (incluyendo la alusión a la vida y la regeneración simbolizadas por la cesta de huevos transportada por la mujer de la derecha…); sin embargo, en el paisaje de fondo podemos observar un torreón de escasa altura con la inscripción “Turritus Ader”, La Torre de Ader; aquí comienza la “heterodoxia” simbólica, puesto que dicha torre constituye un enclave de Belén descrito en el “Comentario al Evangelio de San Lucas” de Erasmo de Róterdam, autor que obviamente se encontraba en el punto de mira de la Inquisición.

Pero lo más llamativo es, sin duda, la extraña figura enmarcada en un cuadrado en la esquina superior derecha de la tabla. Su protagonismo es ciertamente desafiante: se trata con toda probabilidad de una representación del horóscopo de Jesucristo según fue publicado por Girolamo Cardano en sus Comentaria in Claudium Ptolomaeum (Basilea, 1554). Debido a que la mera elaboración de un horóscopo del Hijo de Dios era un reconocimiento de la influencia de las estrellas en su destino, este autor fue procesado por la Inquisición en 1571 y encarcelado en Bolonia acusado de herejía.

Más allá de la inexactitud de partida de la fecha de nacimiento de Jesucristo, que sería en todo caso material para otro post, lo cierto es que la identificación de la figura parece incuestionable cuando la comparamos con el horóscopo de Cristo elaborado por Cardano:

..detalle de la tabla de Morales

Horóscopo de Cristo según Cardano.

Así pues, España, como colonia artística y cultural dependiente de Italia, también es capaz de reproducir en menor escala ciertas pautas aparentemente ajenas a una realidad sometida, también en lo creativo, al férreo control de la Iglesia. La introducción de símbolos ajenos a la ortodoxia contrarreformista sólo puede provenir, paradójicamente, al igual que sucede en Italia, de las altas jerarquías eclesiásticas…

jueves, 14 de junio de 2007

TODO LO QUE SIEMPRE QUISO SABER SOBRE LOS MASONES Y NUNCA SE ATREVIÓ A PREGUNTAR (II).

"... Los jarlistas (o sea, los tíos que montan en Harleys) son los templarios de hoy día, tienen las mismas costumbres, su moto es como su caballo, hasta montan dos una misma moto y eso, o sea...los templarios eran una secta de tipos listísimos...los templarios eran masones y quitaron a los moros de España y a los turcos de Bulgaria...el Rey Arturo también era masón..."
Sé que esto les dejará estupefactos, pero aunque parezca mentira el texto entrecomillado de arriba no es una cita de uno de los densísimos y documentadísimos libracos de César Vidal ni parte de la trama de un novelón de Dan Brown; se trata de una interesantísima y sesuda disertación que alcancé a escuchar en una boda en boca de un, en palabras de sus propios amigos, "experto en historia"... un erudito algo fumado, me atrevería a añadir. ¿No es injusto que ejemplares como éste, de tan preclaro juicio, permanezcan en el anonimato?... ¿o no?

martes, 12 de junio de 2007

LAS TRIBUS PERDIDAS DE ISRAEL

El patriarca hebreo Jacob, hijo de Isaac y nieto de Abraham, tuvo 12 hijos, cada uno de los cuales fue génesis de una de las 12 tribus en las que se dividió el pueblo de Israel. Pues, resulta que diez de ellas se encuentran en paradero desconocido desde hace más de 2.500 años. ¿Dónde están? Hay opiniones para todos los gustos.

Por si quieres saber un poco más sobre el tema, reproduzco un extracto del libro Enigma, de Juan Antonio Cebrián
, Bruno Cardeñosa, Carlos Canales y Jesús Callejo, miembros de la Tertulia de las 4C, que actualmente se reunen todas las madrugadas del domingo al lunes en programa radiofónico La Rosa de los Vientos de Onda Cero, dirigido por Cebrián.
En 1524 un judío llamado David Reubéni se presentó ante el papa Clemente VII y el rey de Portugal para tratar de convencerles de que su hermano era el monarca de una de las tribus perdidas de Israel que se hallaba en Asia. Lo que pretendía era buscar una alianza con los reinos cristianos y así poder luchar contra los musulmanes. El desdichado pagó cara su iniciativa: fue quemado en la hoguera por la Inquisición.
Fue uno de los muchos que han asegurado tener la verdad de lo que ocurrió con las diez tribus de Israel, de las que no se tiene constancia desde los tiempos bíblicos.
Jacob tuvo doce hijos, que con el tiempo se convirtieron en los líderes de otras tantas tribus que se repartieron por Israel. Diez tribus en el norte (Rubén, Simeón, Levi, Isacar, Zabulón, Dan, Neftalí, Gad, Aser y José) y dos tribus en el sur del territorio (Judá y Benjamín) que formaba el reino de Judá, con Jerusalén como capital. Diez de ellas desaparecerían sin dejar rastro tras la deportación del general asirio Salmansar V en el año 740 a.C. Salmansar invadió Israel y se apoderó de la capital samaria (durante el reinado de Osaeas). Durante el mandato de su sucesor, Sargón II, el antiguo reino septentrional se convirtió en provincia asiria y deportó a la región del norte del Éufrates a veintisiete mil miembros de la clase alta de Israel.
El historiador Flavio Josefo (Antigüedades judías, tomo IX) relata que en el 722 antes de nuestra era, diez tribus del norte de Israel fueron llevadas más allá del Gran Río (el Éufrates).
Adónde fueron a parar realmente? Unos pocos datos se encuentran en el II Libro de los Reyes, donde se refiere que las diez tribus fueron llevadas a Asiria, a las ciudades de los pueblos medos, en los márgenes del río Tigris. Estas tribus se olvidan de los estatutos y mandamientos que Yahvé les dio, y se dedican a las adivinaciones y agüeros. Es un exilio que dura muchos años, tantos que los cronistas de la Biblia se olvidan de ellas.
Andreas Faber-Kaiser (Jesús vivió y murió en Cachemira, 1976) recoge numerosas leyendas que dicen que Jesús sobrevive a la crucifixión, sale de Jerusalén y se dirige con su madre, María, y Tomás a la India buscando las diez tribus perdidas que se creían diseminadas por las comarcas de Afganistán y Cachemira.
Un libro apócrifo (Apocalipsis de Ezra o Esdras II) escrito en griego hacia el año 100 d.C. cuenta como un ángel revela al cronista que las diez tribus, tras haber sido trasladada al otro lado del Éufrates, decidieron emigrar hacia una región “más apartada donde nunca habitó el género humano y que, al cabo de año y medio de camino, llegaron a Asrareth, donde fijaron residencia”.
En el siglo X d.C. un tal Eldad Ben Mahli apareció en Kairuan (Túnez) anunciando que procedía de un reino judío de Etiopía y que allí se encontraban cuatro de esas tribus. Pero en esta época medieval era difícil comprobar esta clase de asertos, sin embargo, quedó la leyenda consoladora de ese “reino oriental”. De vez en cuando estos rumores eran avivados por viajeros y aventureros. Un viajero judío de origen español, llamado Benjamín de Tudela, presentó en Alemania un informe sobre las comunidades judías existentes en el Oriente más próximo, en Persia y en tierras limítrofes.
A raíz de unas cartas que manda un rey cristiano que se hace llamar Preste Juan en el siglo XIII y que habla de un territorio situado en Oriente capaz de albergar todas las maravillas, muchos pensaron que en aquel misterioso lugar tenían que estar esas tribus perdidas.
Todas las esperanzas estaban depositadas en Asia, incluso en los territorios míticos de Shambala y Agartha. Luego en la desconocida África y, más tarde América. Para el obispo de Landa los indígenas americanos eran los auténticos descendiente de los hebreos perdidos. El judío portugués Antonio de Montesinos relató que se había encontrado en Perú con algunas personas que decían ser descendientes de la tribu perdida de Rubén. El fraile Diego Durán tampoco tuvo dudas acerca del origen hebreo de los nativos de la Nueva España. El asunto era atractivo para los teólogos e incluso para los lingüistas, pues más de uno vio en algunos de los idiomas de América una deformación corrompida del hebreo. El lingüista francés Henry Onnfroy de Thouron defendía que el quechua de los pueblos andinos y el tupi de los nativos brasileños eran de origen hebreo-fenicio. El explorador alemán Waldek decía que los toltecas podrían ser los descendientes de las tribus israelitas.
Los mormones, con Joseph Smith, consideraban a los indios americanos como descendientes de los judíos emigrados de Jerusalén en la época de Zequedías, aunque éstos no pertenecieron a las diez tribus de Israel.
Lo más extraño es que alguien quisiera encontrarlas en el interior de la Tierra Hueca (el capitán J.C. Symmes) y otros en Europa. En 1649 el británico John Saddler dice que los habitantes de las islas Británicas eran los legítimos descendientes de esas diez tribus perdidas. Richard Brothers reconstruyó el itinerario: se convierten en escitas, cruzaron el Cáucaso, costearon el mar Negro y recalaron en Alemania. Allí se transformaron en los sajones y adoptaron una nueva lengua. Más tarde se marcharían hacia las islas Británicas.
Otra teoría planteaba si el pueblo cíngaro no sería una de las tribus perdidas. La semejanza del éxodo de los dos pueblos les hace pensar que estos últimos pueden ser una de esas tribus.
Seamos sensatos. El destino final de esas tribus se ha ido diluyendo con el devenir de los tiempos y con las gentes de los países que han ido recorriendo. Tal como dice la Biblia, los dispersaron por el norte de Asiria, mezclándolos con otros pueblos cautivos, mientras servían como esclavos. Dejar que siguieran existiendo como tribus hubiera sido un error estratégico y lo más lógico es que se mezclaran con la población local hasta desaparecer como pueblo.
CEBRIÁN, Juan Antonio, CARDEÑOSA, Bruno, CANALES, Carlos y CALLEJO, Jesús, Enigma. De las pirámides al asesinato de Kennedy, Temas de Hoy, Madrid, 2006.

jueves, 7 de junio de 2007

EL EDICTO DE MILÁN, UN DOCUMENTO QUE CAMBIÓ EL MUNDO

Hay documentos que cambian el curso de la Historia. El Edicto de Milán es uno de ellos. Promulgado por Constantino y Licinio, augustos de Occidente y Oriente respectivamente, a principios de 313, daba la libertad de culto en el Imperio Romano y hacía especial mención al cristianismo. Esta confesión pasó entonces de estar proscrita a ser protegida por el Estado.
El edicto no sólo garantizaba el libre
ejercicio de cualquier credo. También estipulaba reparaciones jurídicas y económicas, como la devolución de los bienes arrebatados a los cristianos durante las persecuciones.
El texto decía basarse en las reflexiones de ambos augustos sobre el serv
icio que el hombre debía a la divinidad y al bienestar y la seguridad del Imperio. Constantino y Licinio confiaban en que "la deidad entronizada en los cielos" les brindara gracias y amparo a ellos y sus gobernados. La redacción del decreto había sido cuidadosa. Era lo bastante ambigua como para proclamar la nueva situación de los cristianos sin ofender a los paganos. Sin embargo, la insistencia en la religión de la cruz y la invocación a un (único) Dios celestial sugería que el Imperio había iniciado un proceso de cristianización.
El Edicto de Milán, en efecto,
fue la piedra angular en que se cimentó esta evolución. En 380,tras una serie de disposiciones y acciones en la misma línea, Roma era exclusivamente cristiana.

"Habiendo advertido hace ya mucho tiempo que no debe ser cohibida la libertad de religión, sino que ha de permitirse al arbitrio y libertad de cada cual se ejercite en las cosas divinas conforme al parecer de su alma, hemos sancionado que, tanto todos los demás, cuanto los cristianos, conserven la fe y observancia de su secta y religión... "...que a los cristianos y a todos los demás se conceda libre facultad de seguir la religión que a bien tengan; a fin de que quienquiera que fuere el numen divino y celestial pueda ser propicio a nosotros y a todos los que viven bajo nuestro imperio. Así, pues, hemos promulgado con saludable y rectísimo criterio esta nuestra voluntad, para que a ninguno se niegue en absoluto la licencia de seguir o e1egir la observancia y religión cristiana. Antes bien sea lícito a cada uno dedicar su alma a aquella religión que estimare convenirle".

Copias de las constituciones imperiales de Constantino
y Licinio, traducidas del latín al griego.

martes, 5 de junio de 2007

EL MANUSCRITO VOYNICH

El manuscrito Voynich es un misterioso libro ilustrado de contenidos desconocidos, escrito hace unos 500 años por un autor anónimo en un alfabeto no identificado y un idioma incomprensible, el denominado voynichés.
A lo largo de su existencia constatada, el manuscrito ha sido objeto de intensos estudios por numerosos criptógrafos profesionales y aficionados, incluyendo destacados especialistas estadounidenses y británicos en descifrados de la Segunda Guerra Mundial. Ninguno consiguió descifrar una sola palabra. Esta sucesión de fracasos ha convertido al manuscrito en el Santo Grial de la criptografía histórica; pero ha alimentado también la teoría de que el libro no es más que un elaborado engaño, una secuencia de símbolos al azar sin sentido alguno.
El nombre del manuscrito se debe al especialista en libros antiguos Wilfrid M. Voynich, quien lo adquirió en 1912. Actualmente está catalogado como el ítem MS 408 en la Biblioteca Beinecke de libros raros y manuscritos de la Universidad de Yale.
El libro tiene alrededor de 240 páginas de pergamino, con vacíos en la numeración de las mismas, lo que sugiere que varias páginas se habían extraviado ya antes de su compra por Voynich. Se utilizó pluma de ave para escribir el texto y dibujar las figuras con pintura de colores; según se puede apreciar, el texto es posterior a las figuras, ya que en numerosas ocasiones el texto aparece tocando el borde de las imágenes, algo que no ocurriría si éstas hubiesen sido añadidas a posteriori.
Las ilustraciones del manuscrito no aclaran los contenidos del texto pero denotan que el libro consta de seis "secciones", con diferente materia y estilo. Exceptuando la última sección, que contiene únicamente texto, casi la totalidad de las páginas contienen al menos una ilustración. Las secciones y sus nombres convencionales son: Herbario (plantas y algunos párrafos de texto), Astronómica (diagramas circulares, algunos de ellos con soles, lunas y estrellas, lo que sugiere que trata de astronomía o astrología), Biológica (texto denso y continuo con figuras de pequeñas mujeres desnudas tomando baños en balnearios públicos o tinas interconectadas por una elaborada red de tuberías, algunas de ellas claramente en forma de órganos del cuerpo), Cosmológica (diagramas circulares de naturaleza desconocida), Farmacéutica (dibujos con leyendas de partes de plantas aisladas, objetos similares a jarras farmacéuticas a lo largo de los márgenes y algunos párrafos de texto) y Recetas (párrafos cortos, cada uno marcado con una "viñeta" en forma de flor (o estrella) que hacen pensar en una serie de órdenes, pasos o instrucciones para elaborar algo, presumiblemente un producto químico o alquímico).
El texto fue claramente escrito de izquierda a derecha, con un margen derecho desigual. Las secciones más largas se encuentran partidas en párrafos, a menudo con "viñetas" en el margen izquierdo. No hay evidencia de signos de puntuación. El texto es fluido, como si el escriba entendiera lo que estaba escribiendo mientras lo hacía; el manuscrito no da la impresión de que cada carácter haya tenido que ser calculado antes de ser escrito en la página.
El texto consiste de más de 170.000 glifos, normalmente separados unos de otros por pequeños espacios. La mayoría de los glifos están escritos con uno o dos trazos simples. Considerando que existen disputas sobre si ciertos glifos son distintos o no, se calcula que el alfabeto entero consta de entre 20 y 30 glifos totales para casi todo el texto, con raras excepciones de algunas docenas de caracteres "extraños", encontrados una o dos veces en todo el texto.
Los espacios más anchos dividen el texto en alrededor de 35.000 "palabras" de longitud variada. Estas parecen seguir una cierta fonética o reglas ortográficas de cierto tipo; por ejemplo, algunos caracteres deben aparecer en cada palabra, algunos caracteres nunca siguen a otros, algunos pueden ser dobles pero otros no.
El análisis estadístico del texto reveló patrones similares a los de lenguajes naturales. Por ejemplo, la frecuencia de palabras sigue la Ley de Zipf y la entropía es similar a aquella de textos en latín. Algunas palabras aparecen exclusivamente en ciertas secciones, o sólo en algunas páginas; otras son frecuentes en todo el manuscrito. Existen muy pocas repeticiones entre las miles de "leyendas" adjuntas a las ilustraciones.
Por otro lado, el "idioma" del manuscrito Voynich, el voynichés, es distinto de los idiomas europeos en varios aspectos. En particular no existen palabras con más de 10 "letras". Además, la distribución de letras dentro de una palabra es algo peculiar: algunos caracteres aparecen solamente al principio de una palabra, otros solamente al final y algunos siempre en el medio.
El texto parece ser más repetitivo que los típicos idiomas europeos; existen secuencias en las cuales la misma palabra común aparece hasta tres veces consecutivas.
Se atribuye a los primeros propietarios reales del manuscrito la creencia de su autoría por parte de Roger Bacon (1214-1294). El manuscrito presenta notables parecidos con una obra del autor inglés Anthony Ascham, "A Little Herbal" (Un pequeño herbario), publicada en 1550.
Los primeros propietarios teóricos del manuscrito habrían sido Rodolfo II de Bohemia (1552-1612) y Jacobus Horcicky de Tepenecz (que lo poseería entre 1612 y 1622), quien a su vez se lo pasaría a Georgius Barschius (quien en teoría lo tendría entre 1622-1665). De este último personaje no se tienen noticias más que por unas cartas posiblemente escritas por Johannes Marcus Marci (poseedor del libro en 1665), dirigidas a Athanasius Kircher.
Permanecería en manos de Athanasius Kircher desde 1665 hasta 1680, sin que pudiera descifrarlo, pasando a la biblioteca del Collegio Romano (actualmente la Universidad Pontificia Gregoriana) hasta 1912, momento en el que lo compraría Wilfrid M. Voynich (entre 1912 y 1930) para pasar posteriormente a su viuda, Ethel Boole Voynich (entre 1930 y 1961), a Hans Peter Kraus (entre 1961 y 1969), el cual lo cedió a la Universidad de Yale.
Las extrañas características del texto del manuscrito (tales como las palabras duplicadas o triplicadas) y el contenido sospechoso de sus ilustraciones (tales como las plantas quiméricas) han llevado a muchos a pensar que el manuscrito es en realidad un engaño. En 2003 el especialista en computación doctor Gordon Rugg mostró que se podía reproducir texto con características similares a las del que contiene el manuscrito, mediante el uso de una tabla con prefijos, raíces y sufijos, que habrían sido seleccionados y combinados por medio de una plantilla de papel perforado. Este mecanismo, conocido como rejilla de Cardano, se inventó hacia 1550 como herramienta criptográfica. Sin embargo los pseudotextos generados en los experimentos de Gordon Rugg no tienen las mismas palabras y frecuencias que el manuscrito Voynich, y su parecido al "Voynichés" es sólo visual, no cuantitativo. Puesto que también se puede producir un galimatías aleatorio que se parezca al español (o a cualquier otra lengua) en una medida similar, estos experimentos no son convincentes ni demuestran nada.
Artículo completo publicado en Wikipedia.

lunes, 4 de junio de 2007

LA MOMIFICACIÓN EGIPCIA

Los egipcios preparaban a los difuntos para la vida del más allá. Los encargados de este laborioso proceso eran los sacerdotes embalsamadores.

Como sociedad fuertemente estratificada, la cultura egipcia contemplaba un tratamiento funerario distinto según el rango social del fallecido: desde los faraones, a quienes se momificaba por completo, hasta la población más humilde, a la que simplemente se enterraba en la arena del desierto, pasando por rangos intermedios, en los que la momificación era más o menos sencilla.

En el proceso de momificación (al menos en la más completa) se realizaban cinco fases:

1) Vaciado del cuerpo. Según la cultura egipcia, el cuerpo debía conservarse en perfecto estado.

2) para la vida eterna, por lo que era necesario evitar su descomposición. El primer paso (tras el lavado del cuerpo) consistía en extraer el cerebro y las vísceras. Por lo general, este órgano se extraía por los orificios de la nariz con un alambre de hierro (o bronce) doblado, rematado en espiral o en gancho. Esta operación también podía llevarse a cabo a través del orificio occipital (cráneo). El siguiente paso era vaciar el cuerpo del difunto. Para ello, se realizaba una incisión en su costado izquierdo con una piedra etíope afilada y se extraían todas las vísceras (pulmones, hígado, estómago e intestinos). El corazón no solía extraerse, porque se lo consideraba sede del pensamiento y el sentimiento. Limpieza y conservación. Algunas partes del cuerpo eran arrojadas al río, a diferencia de los órganos internos más importantes (pulmones, hígado e intestinos). Éstos se lavaban varias veces. Luego, por separado, se envolvían en un paño de lino. Para asegurar el funcionamiento de las vísceras en el más allá, éstas se guardaban en vasos canopes, cuyas tapas se decoraban con los motivos de cuatro dioses, los llamados hijos de Horus. En el de Kebekhsvef (con forma de halcón) se introducían los intestinos, en Hapi (mono), los pulmones, en Amset (hombre), el hígado, y en Duamutef (chacal), el estómago. Estos vasos se depositaban junto al sarcófago.

3) Desecación. A continuación, los embalsamadores trataban el cuerpo con natrón, una especie de sal preparada con especias aromáticas, carbonatos, sulfatos y cloruros. Esta sustancia se introducía en las cavidades interiores y en la superficie del cuerpo para evitar su descomposición. El proceso duraba entre 35 y 40 días.

4) Embalsamamiento y vendado. Los embalsamadores vendaban el cuerpo con telas de lino impregnadas de resina y goma. Éstas procedían de telas desechadas la regeneración del difunto, o del ajuar doméstico del difunto, aunque también podía comprarse. Antes de vendar el cuerpo, éste se untaba con aceite de cedro. Luego se cubría con las vendas siguiendo un orden: cabeza, mano derecha e izquierda, pie derecho e izquierdo y resto del cuerpo. La momia podía estar envuelta en más de 20 capas de vendajes. Por último, entre las múltiples capas de vendas se depositaban frecuentemente numerosos amuletos, cuya función era asegurar por lo que cada uno de ellos tenía asignada una fuerza mágica: la vida, la felicidad, la protección...

5) Enterramiento. Completado el proceso de embalsamamiento y vendado, la momia se revestía con una capa de yeso fina y se cabría la cabeza con una máscara. El cuerpo ya estaba preparado para ser introducido en el sarcófago, cuyo interior acostumbraba a pintarse. el enterramiento se realizaba unos 70 días después de la muerte.

Para saber más:
SOCÍAS, Marcel, "La momificación", Historia y vida, nº 409.
La momificación.
El significado de la momificación egipcia.
Momificación y vida eterna.

UN ENIGMÁTICO DIBUJO DE MIGUEL ÁNGEL

Una de las innumerables joyas del British Museum (...con el que tengo pendiente una visita…ummmmm…) es un cartón de Miguel Ángel de tamaño natural, datable en los últimos años de su vida, cuyo tema ha sido objeto de controversia. Ciertamente, se trata de una iconografía sin precedentes, lo cual ha dificultado aún más la tarea de discernir su significado.

Únicamente un personaje está caracterizado por algún atributo que nos permita identificarlo con claridad: se trata de San Juan niño, que aparece en el margen inferior derecho del dibujo portando su característico manto de piel de cordero…y la lógica nos dice que la figura principal en el centro debería ser la Virgen, así como que el Niño Jesús debería ser la figura que aparece a sus pies…

Pero el resto de personajes, así como el verdadero tema del dibujo, seguirían constituyendo interrogantes. Ascanio Condivi, a instancias del propio Miguel Ángel, llevó a cabo una pintura siguiendo el diseño de este dibujo, una pintura que se conserva en Florencia, en la casa Buonarroti. Aunque es evidente que el resultado final es poco menos que mediocre, se distingue con mayor claridad la composición que en el dibujo original de Miguel Ángel.

Gombrich(*) nos ofrece una interpretación bastante plausible del tema del dibujo. La conclusión a la que llega es que la intención del maestro era ensalzar la virginidad de María, un tema que le era especialmente querido (y que ya trató en su juventud, con acierto, en la Piedad de San Pedro (**)). Para ello se basó en los escritos de San Epifanio, un padre de la iglesia Griega de moda durante la Contrarreforma. San Epifanio atacaba las creencias de una secta de cristianos que estaban convencidos de que María dejó de ser Virgen después de tener a Jesús. Se basaban en algunos pasajes de los evangelios en donde se cita a dos hermanas de Jesús y cuatro hermanos varones (María, Salomé, Judas, Santiago, José y Simón). San Jerónimo ya intentó refutar dicha creencia asegurando que se trataba no de hermanos, sino de primos (basándose en criterios etimológicos), pero la argumentación de San Epifanio fue más eficaz: convirtió a sus supuestos hermanos no en primos, sino en hermanastros; según él, San José ya contaba con más de ochenta años cuando se desposó con la Virgen, así que difícilmente pudieron engendrar hijos. Los seis hijos mencionados en los evangelios serían fruto de un matrimonio anterior.

En la pintura son cuatro las cabezas masculinas que aparecen en segundo término, y una cabeza femenina asoma al lado de la de María. Si convertimos en mujer al personaje que aparece en primer término al lado de la Virgen (en el dibujo resulta ambigua su sexualidad…), ya tenemos a los seis hermanastros de Cristo. Esta teoría, además, explica el gesto de la Virgen apartando con su mano a José, que parece mirarla con deseo. De esta forma, el dibujo sería el reflejo de los textos de San Epifanio, que salvaguardan al mismo tiempo la pureza de la Virgen y la veracidad de los textos evangélicos.

Esta interpretación se ve reforzada con el nuevo matiz añadido por el humanista y bibliotecario Fulvio Orsini a finales del siglo XVI. Recatalogó el dibujo describiéndolo como “un cartón con un san Julián, una Virgen y otras figuras de mano de Miguel Ángel…”; así pues, la figura que acompaña a la Virgen sería san Julián, que alcanzó la santidad preservando su castidad tras su matrimonio con Santa Basilisa. De nuevo el tema de la Pureza de la Virgen reforzado por el de la Castidad de San Julián. Si se tiene en cuenta que la pintura pudo estar destinada al retablo de la iglesia de San Juan de los Florentinos en Roma, entonces cerramos el círculo de significado al reconocer en los dos personajes que flanquean a la Virgen a los dos santos patronos de dicha iglesia: San Julián y San Juan Bautista.

Todo esto explica la temática, intencionalidad e iconografía del dibujo, identifica a los personajes (...aunque ahora nos faltaría en la pintura una de las hermanastras...) e incluso explica el extraño gesto de la Virgen con su brazo izquierdo…pero puede que aún quede por desvelar el aún más extraño modo en que la Virgen parece sujetar al Niño Jesús…¿carnaza para otra novela conspiranoica…?

(*) E.H. Gombrich, “El Cartón de Miguel Ángel en el Museo Británico” en Nuevas Visiones de Viejos Maestros, ed. Debate, 2000.

(**) En la biografía que el propio Condivi dedicó a Miguel Ángel, menciona que el maestro le comentó a propósito de la polémica juventud de la Virgen en su famosa escultura que la Madre de Dios parecía más joven que su propio hijo precisamente en virtud de su castidad”.